Andrea Pinto Vergara, académica de la Universidad de Santiago de Chile, estudiante de Doctorado en Educación, autora de “El Viaje del Uno”.
Durante mi infancia muchas veces me pregunté: ¿Es que acaso no existieron mujeres matemáticas?, ¿por qué solo se conocen teoremas con nombre de hombres? A causa de del ámbito académico en que me desenvuelvo, desde hace algunos años me he dedicado a estudiar a mujeres matemáticas. Son numerosas las que a lo largo de la historia han contribuido al desarrollo de esta disciplina, pero ¿dónde están todas ellas?.
Si se les pide recordar a un personaje de la matemática, muchos mencionarían fácilmente nombres prominentemente masculinos: Euclides, Pitágoras, Newton o Euler. ¡Grandes hombres y personajes de la historia! Una desigualdad de género histórica que se mantiene hasta hoy.
La desigualdad de género en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), continúa siendo un desafío relevante en la sociedad contemporánea. Según el Informe de Brechas de Género de Educación Superior 2023, elaborado por le Servicio de Información de Educación Superior (SIES), encontramos que de todas las mujeres del país, que tienen entre 18 y 24 años, el 48,6% está estudiando una carrera, frente a los hombres, que llega sólo al 40,9%. Aunque, en las STEM encontramos que solo el 19,7% de quienes se matriculan en primer año son mujeres, en cambio los hombres llegan al 80,3% (SIES, 2023), una diferencia abismal.
Esta brecha de género también se manifiesta en los niveles educativos más tempranos, como se evidencia en los resultados Simce de 4° básico y 2° medio, en donde la disparidad de género persiste. Las estudiantes de 4° básico obtienen un puntaje promedio de 253 puntos, mientras que los hombres 265 puntos. Por otro lado, en el nivel de 2° medio, se observa que las mujeres obtienen 251 puntos promedio, en cambio, los hombres 262 puntos (Alza en puntajes Simce muestra los primeros síntomas de recuperación de aprendizajes postpandemia, 2024).
Estas disparidades están intrínsecamente relacionadas con los roles de género arraigados en nuestra sociedad (Ferrando y Epifanio, 2022). Las expectativas culturales limitan la percepción de las mujeres sobre las carreras STEM, asociándolas más comúnmente con áreas humanísticas o de cuidado. Esta percepción contrasta con la realidad de que las mujeres tienen la capacidad y el interés en contribuir significativamente a campos científicos y tecnológicos.
Desafiar los roles de género y los estereotipos tradiciones es esencial para promover la equidad e inclusión en la ciencia. Reconocer y difundir los logros de mujeres en matemáticas y otros campos STEM no solo valida su autoría científica, sino que también promueve una representación más justa en la comunidad científica.
Es por lo que quiero partir por la primera mujer que no solo se le reconoce por haber firmado sus obras con su nombre, sino también como una poetisa y sacerdotisa que necesitó tener un amplio dominio y conocimiento de la matemática para desarrollar sus funciones. Por lo tanto, se le reconoce como la primera mujer matemática de la historia. Durante más de 4000 años se ha mantenido el nombre de En-HedúAnna en silencio.
En-HedúAnna nació en el 2285 A.C y murió en el 2250 A.C. Era hija del Rey Sargón I que vivió en la ciudad-estado de Ur, situada en el sur de Sumeria (Mark, 2014). Su nombre, que es una combinación de palabras, proviene del sumerio “En” significa sacerdotisa, “Hedú” que se traduce como adorno y “Ann” que significa cielo, por lo tanto, su nombre se traduce como “Suma Sacerdotisa, Ornamento del Dios del Cielo” (Sadurní, 2023).
Su nombramiento como sacerdotisa fue una decisión estratégica de su padre, el Rey Sagón I, asegurándose así el apoyo político en el sur de Sumeria.
En-HedúAnna es ampliamente reconocida como la primera persona conocida en la historia por crear obras literarias propias (Pérez, 2024). Entre sus escritos destacan dos himnos dedicados a Inanna, la diosa mesopotámica del amor, y se le atribuye la autoría del mito de Inanna y Enki, una colección de 42 himnos (Cruz, 2018). Aunque la escritura en el mundo antiguo era predominantemente masculina, las obras de En-HedúAnna son piezas fundamentales de la rica literatura de la antigua Mesopotamia. Sus escritos originales en cuneiforme en tablas de arcilla sobreviven en copias que datan del periodo paleobabilónico, alrededor del año 1800 A.C.
Además de sus logros literarios, esta mujer desempeñó un papel significativo en actividades relacionadas con la matemática. Como Suprema Sacerdotisa, era responsable de calcular el calendario astronómico, un campo en el que los sumerios eran expertos. Su labor también incluía la planificación de límites de propiedades y la supervisión de proyectos de ingeniería civil como la construcción de murallas defensivas, canales de regadío e incluso templos (Sadurní, 2023). Además, de supervisar las cosechas e incluso administrar los silos de los cereales. Una tremenda mujer que tenía conciencia de escribir para la posterioridad, ya que ella misma escribe “El compilador de las tablas fue En-HedúAnna. Mi Señor, algo ha sido creado que nadie ha creado antes”, reflejando su importancia histórica. Su trabajo precedió en más de 1700 años a Safo, 1500 años a Homero y 2000 años a Euclides.
¿Conocías a En-HedúAnna? Una mujer sacerdotisa, con visión de futuro, líder, matemática y escritora.
A pesar de las barreras históricas, las mujeres continúan demostrando su compromiso y capacidad para contribuir al conocimiento científico, resaltando la importancia de apoyar su participación en todos los niveles de la educación e investigación.
Andrea Pinto Vergara, académica de la Universidad de Santiago de Chile, estudiante de Doctorado en Educación, autora de “El Viaje del Uno”.
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